Por Mariela
Bosque; Silvina Mercado, Jesica Ysasi y Carina Zanello.
En una reflexión sobre los
rasgos con los que aparece la práctica docente en función de las
experiencias puestas en común nos es posible puntualizar varios tópicos sobre los cuales creemos,
nuestra identidad docente fue configurándose multilateralmente. A través del
cruce de los diversos tipos de trayectorias individuales comparadas, hay varios elementos que notamos han influido
en esta constitución, entre ellos están: las profesiones de padres y familiares
cercanos y los modelos heredados de sus prácticas y de las de los primeros
docentes que nos introdujeron en la educación formal de manera temprana;
nuestro ejercicio de la práctica desde el juego y desde acciones solidarias con compañeros,
hermanos, amigos y el sentimiento de disfrute que en general acompañaba estos
actos, que quedaron en nuestra memoria como momentos de alegría compartida y
construida de manera conjunta.
Otra constante en nuestras
trayectorias fue la impronta que tuvieron las prácticas educativas no
intencionales adquiridas en institutos de idioma, academias de danza, talleres
literarios, actividades promovidas por grupos religiosos, actividades
artísticas y recreativas en general, en donde la transmisión y adquisición de
diversos saberes no sólo nos fue
formando como educandos, sino que además
nos permitió entrar en contacto con
distintos dispositivos de transmisión y con metodologías de enseñanza que
fuimos incorporando como propias en el ejercicio del aprender a aprender, y por
ende, a enseñar.
También nos parece oportuno señalar el modo en
que los contextos históricos sociopolíticos
que atravesaba el país, paralelamente a nuestros tránsitos particulares, fue permanentemente
influenciando las prácticas que nos tenían como sujetos de la educación. En ese
sentido, las políticas educativas
propiciaban o condicionaban, acorde a las valoraciones
político-ideológicas que se ponían en juego en cada período, los recortes
arbitrarios que, plasmados en los planes
de estudio, respondían a dichas coyunturas y a los desafíos de cada época. En
el caso de este grupo de estudio, nuestro acceso a la educación formal estuvo
fuertemente marcado por momentos históricos tales como La guerra de Malvinas y
el regreso de la democracia.
Un punto más de contacto entre
nuestras trayectorias estuvo dado por la experiencia universitaria que nos
despertó, en el paso por la carrera de Comunicación Social y ya a nivel
profesional, un especial interés en la vocación docente desde nuestros
desempeños en ayudantías y pasantías dentro este ámbito.
Este interés profesional se
vio aún más consolidado en los casos de quienes tuvieron la posibilidad de
acceder a propuestas laborales que permitieron asumir plenamente el rol docente
desde el ejercicio en aula al mismo tiempo que ya evidenciábamos para los
comunicadores un nuevo y poco transitado campo de acción .
Nuestros paralelos se juntan
en el punto en el que la inquietud por
la vocación docente nos reúne en esta
nueva propuesta del profesorado, que se abre para el grupo como una nueva
trayectoria en nuestra búsqueda. En este itinerario compartimos la idea de intentar darle un nuevo sentido al campo
educativo desde la perspectiva comunicacional y de repensar nuestras actuales y
futuras prácticas educativas con las herramientas que nos aporte el profesorado
universitario.
Aquí van algunas resonancias de la lectura del artículo que nos proponen
ResponderEliminar.- El artículo inicia aludiendo a identidades, identificaciones y afiliaciones... Así, las prácticas están enlazadas a la experiencia de los vínculos con figuras adultas (padres, profesores) que parecen dejar sus marcas en las biografías personales. Marcas que tienen múltiples aristas y se han explicitado en la rememoranza.
.- En el segundo párrafo me quedo pensando... ¿por qué habrán puesto "prácticas educativas no intencionales"? ¿Qué sería entonces una "práctica educativa no intencional"? ¿El listado de experiencias serían "no intencionales"?
.- Sobre el tercer párrafo me quedo con ganas de saber más sobre los contextos socio políticos que apenas insinúan (se ofrecen algunos titulares). Seguramente los intercambios han sido mucho más "jugosos" y "jugados".
.- En el cuarto advierto que cuando se refieren a Comunicació Social aluden a una "carrera" y "profesión", en cambio a la docencia aluden como una "vocación"... ¿Por qué no han usado los mismos términos para aludir a una y a otra? ¿Qué significa estas diferencias? ¿Qué entienden ustedes por vocación? (sobre esto los invito a leer comentario ofrecido sobre artículo de Astegiano, María Emilia; Navarro Horñiacek, Gustavo; Oliver, Guadalupe; Samiguel, Diego DNI)
.- Finalmente, tal vez la exploración de respuestas a las preguntas anteriores ayuden a "repensar las prácticas educativas" en el sentido que proponen.
Muchos saludos
Martín Elgueta