domingo, 13 de noviembre de 2011

CONSIGNA 8



De: Vanesa Gaveglio; Soledad Muñoz; Paola Noriega; Mariana Padilla, Jorge Moreta, Gustavo Torriglia

La práctica docente tanto en el sentido formal de la educación como en el informal, aparece en nuestras historias de vida como un continuo que atraviesa los diferentes recorridos que hemos emprendido desde edades tempranas. Por el camino en que nos hallamos actualmente y específicamente por la formación profesional de la que nos hemos nutrido, es imposible dejar de lado el posicionamiento con el que contamos: hablamos y construimos nuestras prácticas desde el campo de la Comunicación Social.
Esto tiene que ver con nuestra formación universitaria, pero también con los caminos que determinaron que esa particular formación sea la que optamos para nuestro desempeño profesional. Desde este punto de vista la reformulación o reconstrucción de nuestras historias personales y de lo que como visión esperamos de la Práctica Docente coincide en el punto en que pensamos que la misma tiene como objetivo generar reflexión en los estudiantes, es decir, impulsar la capacidad de pensar y de ver críticamente la realidad.
Al respecto, vemos que los profesores (pero no sólo ellos sino cualquier disparador en un hecho a considerar como educativo) que nos marcaron en nuestra historia de formación (siempre inconclusa, haciéndose) tienen que ver con nuestro giro a conocer e interpretar el mundo forjando un nuevo modo. Una manera que no es la misma en ninguno de nosotros, pero que guarda ciertas coincidencias, como por ejemplo problematizar la realidad y no tomar las cosas como dadas. 
Las experiencias personales más ricas son aquellas que nos enseñaron a leer los hechos buscando nuestro propio punto de vista, donde el desafío se encuentra en lo que cada uno puede descubrir más que describir. Por ejemplo, uno de los compañeros recuerda que en sus clases de literatura un texto era leído en conjunto, cada párrafo requería de una nueva voz para encontrar un sentido, que se armaba en el conjunto de la lectura. Algo que puede ser visto como un recurso para que los alumnos presten atención a la lectura pero también puede significar la interpretación colectiva de un texto, donde el otro es parte indispensable para la construcción de una historia.
Así como el profesor de literatura del ejemplo, con ese recurso pudo emplear las herramientas de su disciplina para que su práctica generara una experiencia constructiva, pensamos que las prácticas docentes llevadas a cabo por los comunicadores, apuntan con sus propias herramientas y recursos a lograr la reflexión y autocrítica de los sujetos estudiantes.
Un ejemplo de esto sería la experiencia que una compañera de grupo lleva a cabo con sus alumnos. La docente dicta la materia “Técnicas de Planificación y Gestión II”,  cuyo programa consiste en analizar los contenidos de televisión, ¿Cómo hacemos televisión?, ¿En qué consiste?, ¿Qué  lenguaje usa?, son algunos de los interrogantes que lleva a sus estudiantes.
En el dictado de la materia, la profesora planifica las actividades relacionando la teoría con los diferentes acontecimientos de actualidad a nivel nacional e internacional que se ven plasmados en los medios de comunicación.
En una de sus experiencias, la profesora organizó una actividad no obligatoria, que requería que los estudiantes concurrieran fuera del horario curricular a una jornada de cine y televisión en la Ciudad Universitaria, para luego hacer una actividad áulica.
La participación de los estudiantes en esta actividad logró causar asombro en la Directora del colegio, ya que resulta poco frecuente que los alumnos asistan con entusiasmo a actividades extracurriculares, además de la satisfacción de la profe, que supo despertar el interés de sus estudiantes en una práctica educativa.  
Pensamos que más allá de los fantasmas que plagan las descripciones del estado de una educación que lucha con millares de factores que tienen que ver con el contexto donde se genera e imparte y que desde allí influye (crisis educativa y económica, deslegitimación del ámbito escolar; desinterés frente a otras instancias de socialización y/o incorporación a la sociedad… etc). Lo específico de la práctica docente para el campo del conocimiento desde donde nos posicionamos, es la perseverancia de aplicar todas las herramientas, que en otros ámbitos de la vida de los estudiantes pueden llegar a anclar la experiencia de los mismos en algo alienante, para generar experiencias opuestas a ello.
Es simplemente enseñar a comprender y problematizar lo que se ve, lee y escucha (a lo que escribe, se dice o se filma); a no tomar las cosas como dadas (a preguntar quién dice qué, desde dónde y buscar un por qué; también cuando uno mismo habla). En una época dónde la técnica pareciera ser autoridad suficiente, quitarle poder a esa técnica para ponerla al servicio de la reflexión de los estudiantes.
La expectativa está puesta, en esta enorme carga de valores, en poder acudir a una realidad sumamente compleja y aprender a desarrollar y mejorar ideas y valores, de manera tal que la práctica docente sea mucho más de lo que esperamos...

1 comentario:

  1. Comparto algunas resonancias sobre la lectura del artículo

    .- Llama mi atención sobre la impronta de la experiencia formativa en la universidad que tiñe la propuesta realizada. En ese marco, se exalta o acentúa "impulsar la capacidad de pensar y de ver críticamente la realidad". Así sería interesante pensar en la intersección entre los campos educativos y de la comunicación categorías tales como los usos, producción, consumo... que a veces suelen aparecen devaluadas como capacidades desde algunos ámbitos de la formación universitaria donde se exalta el análisis, la interpretación teórica. Obviamente algunos de los ejemplos insinúan otras capacidades, sin embargo me parece vale la pena mantenernos alerta sobre esta tendencia universitaria que nos atraviesa a todos aquellos que lo somos.

    Muchos saludos, Martín Elgueta

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